El libro de Sarah by Scot McClanahan

El libro de Sarah by Scot McClanahan

autor:Scot McClanahan [McClanahan, Scot]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


Pero Sarah sonrió. Sabía que la única educación que uno necesitaba era aquella: ver morir a alguien y luego ver nacer a alguien. Con eso bastaba para conocer el mundo. Y entonces el hombre le explicó que la epidural la podía dejar paralizada.

Luego el tipo de la epidural le dio un bolígrafo a Sarah y ella intentó firmar. Le temblaba tanto la mano que tuvo que intentarlo tres veces distintas.

El documento quedó firmado. La epidural llegaba demasiado tarde. El dolor del parto ya estaba empezando. Mientras esperaba, pensé: «Vete a la mierda, dolor».

Y el dolor dijo lo siguiente: nada. Y las rocas dijeron lo siguiente: nada. Y los ríos dijeron lo siguiente: nada. Y el cielo dijo lo siguiente: nada. Yo dije «Estoy vivo» y el dolor dijo «Eso no me genera ninguna sensación de obligación». Y aunque el dolor no tiene oídos para oír, me dieron ganas de repetírselo.

Pero en mi recuerdo Sarah no siente dolor. Está sentada en la cama tal como lo estaba aquella tarde y está preciosa. Está preciosa porque tiene dentro dos corazones latiendo, latiendo.

Pero de pronto vuelve a sentir dolor y ha empezado el parto. Tiene la cara toda crispada como si fuera cara de cagar o cara de follar. Y ahí estoy yo, empujándole una rodilla contra el pecho, y la enfermera le coge la otra y se la está empujando también contra el pecho.

Cógele la mano.

El médico y la comadrona están en otra sala de partos porque hay una emergencia. Está naciendo un bebé azul y moribundo, con el cordón umbilical enrollado en torno a la cabeza. En otra sala hay un bebé prematuro y los dos están yendo de un lado para otro, de un lado para otro, con caras de «Oh, mierda». Y en nuestra sala la enfermera me mira a mí y yo miro a la enfermera.

Y está poniendo una cara en plan: «¿Estás listo? Vamos a sacar a este bebé, me cago en la puta». Así que me sube el TEPT y estoy listo para el momento crítico. Vamos a sacar a este bebé, me cago en la puta.

La enfermera pone la bolsa de la mierda debajo de Sarah y le pregunto:

—¿Qué es eso?

—Es la bolsa de la mierda —dice la enfermera.

Y Sarah, toda drogada, dice:

—Es la bolsa de la mierda.

Y la enfermera susurra:

—Es para, ya sabe… las heces y la placenta.

Me quedo confundido.

—A veces la mujer empuja tan fuerte que pone tanta presión en su cuerpo que tiene un movimiento de vientre. Y luego sale la placenta, claro.

Y me pongo a pensar: «Sarah, no te cagues delante de esta gente. No los conocemos. Sería de mala educación». Y es como si Sarah me estuviera leyendo el pensamiento, porque me dice:

—No te preocupes, Bubbies. Antes de venir me he hecho una lavativa. Es una de las ventajas de que te induzcan el parto. Que te puedes hacer una lavativa.

Y entonces deja de hablarme de su lavativa y me pregunta algo:

—¿Qué aspecto tiene?

Le miro la vagina dilatada y hay una cabeza de bebé saliendo a presión por ella.



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